Dragonfly

De como decidí ser feliz...

Creo que todo sucedió en uno de esos días, en que uno casi no quiere ni verse al espejo, porque de repente, todo te parece mal, la ropa no te queda como te gusta, los colores no van con el tono de tu piel, le cabello no quiere acomodarse de ninguna manera, el perfume sigue siendo el mismo que usas hace años y no porque te gusta el aroma, sino, porque nuca te tomas el tiempo de perfumarte para ti misma y la botella en vez de durar un año, lleva cinco contigo y ya hasta perdió el color original y ahora parece solo una agua clara que perdió el encanto.

Ese día decidí ser feliz, con lo que tengo, con lo que soy, porque le comentaba a una amiga, que ser feliz es una decisión tan simple como decidir qué color de vestido comprar.

Cierto es, que la vida no nos trata a todos por igual, unos tendrán así que luchar más que otros por conseguir cumplir sus metas, otros tendrán que postergar a medio camino un poco sus sueños, pero también es cierto que nadie puede vivir la vida por ti, así es que, yo decidí que no me iba a dejar deprimir por la vida y consecuencia de ello andar por allí infeliz y peor aún amargando a todos los demás.

Soy feliz, porque el otro día alguien me dijo con tono de lamento “es que si tuvieras que pagar lo que yo, me comprenderías” y yo que creo que todo me lo autocuestiono me dije, es que si tuvieras tu que pagar lo que yo… mis propias deudas, más las deudas de una persona irresponsable que te dejó pagando cosas de las cuales ni siquiera disfruté, mas el gasto diario tuyo, el aporte a la familia, el agua, el teléfono, la luz (ah no, esa la paga mi hermana), más parte del salario de la chica que ayuda con el quehacer de la casa, la comida y por si fuera poco, mantener al que no aporta (el mismo de las deudas)… “ES QUE SI TUVIERAS QUE PAGAR LO QUE YO”, pues tal vez comprendería aún menos su afán por andar echando solo penas por la vida.

Yo decidí ser feliz, porque esta vida es mía y al final del día, cuando vuelva a ver para atrás puede suceder una de dos cosas, la primera, sonreír y ver todo lo que hice con ella, cometiendo errores y saliendo bien librada y satisfecha de cada minuto o segundo, llorar, porque se pasaron los años, me pasaron por encima, se quedaron y yo nunca cumplí mis sueños.

Decidí ser feliz por los tres príncipes azules de mala calidad que se me destiñeron a medio camino, por los príncipes que trataron de ver en mi un banco de préstamos al cual nunca debían retornar ni un cinco, por el príncipe que me enamoró diciéndome cosas lindas al oído y que un día también así igual de lindo me dijo al oído que él me agradecía todo mi cariño, pero que él estaba comprometido para casarse con otra mujer y que quería que yo fuera a su boda porque yo era importante para él.

Quise ser feliz, porque ya no me ayudaban a dormir los calmantes de un príncipe sin encanto que me hirió el corazón, que me dejó con muchas libras de menos, muchas deudas de más, muchas pérdidas y nada más de ganancia que querer ver la vida de otro modo y tratar de salir adelante por MÍ.

Desde entonces fui feliz y sigo siéndolo, por esa mueca de sonrisa que veo tal vez una vez al año, pero que me demostró sin necesidad de llenarme la cabeza de mentiras que tampoco tenía yo que renunciar a la idea de un “príncipe azul” de los de cuento, no los que son puro cuento, que debía ser feliz porque tomé la decisión de salir de mi estado de confort y buscar nuevos horizontes aunque estos me asustaran, por mi, por mi carrera profesional, porque en esta vida lo más importante es que yo sea feliz y no, que alguien quiera decidirlo por mí.

Soy feliz porque cada día tomo decisiones con respecto a mí misma, que si me corto el cabello, que si lo plancho, lo dejo lacio, que si es mi color natural o soy pelirroja, que si quiero vestir una semana completa de negro o cambiar de colores todos los días, que si decido no comerme la golosina de 1000 calorías o paso una semana a dieta. Feliz, feliz, soy feliz porque decido todos los días que quiero ser yo y que quiero variar de hoy para mañana o dejo todo igual

Feliz porque tengo una familia que a veces está de acuerdo conmigo y mis decisiones y otras no, pero siempre están allí, porque tengo amigos que van y vienen pero los que realmente importan permanecen en el tiempo a pesar de los malos entendidos, de las peleas y las reconciliaciones. Porque llego a casa y el perro no deja de saltar y de ladrar hasta que no vaya a saludarlo y darle su bocadillo de chuleta. Porque tengo un trabajo estable y bien remunerado que me genera dolores de cabeza, pero también recompensas.

Soy feliz simplemente porque yo decidí un día ser feliz.