Dragonfly

Dime por que me temes, porque no quieres aceptar que yo te puedo querer.

Porque me huyes y te ocultas de mi tras unas palabras que no tiene sentido para mi.

Cuál es la razón para ignorarme una y otra vez, porque no puedes decirme de frente las cosas tal y como te suceden, para que usas tanta contradicción, tanto ejemplo, tanta hipótesis.

Dime, porque le temes a mostrar tu corazón, a compartir conmigo todo lo que hay en tu interior, los secretos de tu amor.

Ayúdame, ayúdate, ayudémonos. Juntos aprendamos a comprendernos, vayamos dándonos poco a poco, a paso seguro, para que no tengas temor tú, para no tener temor yo.

Ábreme el corazón, tal y como yo lo hice alguna vez, comparte conmigo tus secretos, tus deseos, tus sueños, tus temores. Conozcámonos un poco más el uno al otro, para ser juntos un buen complemento.

Disfrutemos el uno del otro de todo lo que nos diferencia, comenzando por la simple esencia de ser hombre y mujer.

Riamos del machismo y el feminismo, recordemos que los únicos extremos que en esta relación son buenos es haber nacido biológicamente seres opuestos, opuestos pero suplemento, tu de mi yo de ti.

Déjame por una noche irritarte con mi mal humor, con mis silencios interminables, con mis paradojas y metáforas sin razón; porque se que esto te molesta, pero sabes que lo hago porque te quiero.

Diviérteme con tus muecas, tu buen humor, tus largas conversaciones plagadas hasta el cansancio de detalles, con tu forma compleja de explicar todas las cosas, con todos los minutos persiguiéndome sin perder el más mínimo detalle, acosándome sin control.

Volvámonos un poco más locos, disfrutemos de ser tu norte y yo sur, de ser agua y aceite, de ser blanco y negro, pero no me tengas más miedo y ábreme tu corazón.